En Agosto del año pasado, jalé cursos en la universidad, poco animado sobre seguir con ello, mis padres se enfadaron, sobretodo mi padre no biológico que pagaba mayor parte del semestre, y a lo largo de nuestra relación siempre habían discusiones, hasta que su comportamiento me alteró e intenté darle una pequeña “lección”, de lo que era capaz.
Enfurecido, tuvimos una discusión que terminó en que yo me vaya de la casa, salí con unos centavos; yo planeaba no regresar en un par de días sin comunicación, para que reflexione en controlar su impulsividad, de la que todo el mundo estaba harto, así que aproveché la situación inconveniente para vivir y respirar el libertinaje que en un principio me fascinó, lanzarme a lo desconocido, entré a una cabina de internet usando las pocas monedas que traía y para llamadas a mi ex, la cual no quería nada conmigo, yo no tenía claro a dónde ir, eran las 9 de la noche, y en un intento de reflexión, me motivé en ir a ver a esta chica que aún considero especial y tal vez nunca pierda el cariño, me conversó un poco por teléfono diciéndome que arregle mis problemas solamente, pero yo ya no la entendía del todo, estos problemas ya había intentado resolverlos, era más un malentendido; ya luego encontré una pequeña casa de cartón en la esquina de un parque, me acomodé para dormir allí, pero me daban miedo los insectos.
Entonces me embarqué a una larga y oscura caminata hacia su casa, para lograr entender mejor qué demonios había sucedido entre nosotros (el que aún intenta amarla), iluminado sólo por los postes y avisos de luz (donde los carros y personas iban quedándose en sus casas y yo me quedaba aún más solo) en ese entonces estaba fresco el extrañarla, caminé hasta el día siguiente por la mañana, llegando a la mitad de trayecto, pues vive como a veintitantos kilómetros de donde yo vivo; dormí unos minutos en bancas de parques, las piernas me ardían y andaba como un tronco seco, cansado y adolorado.
En la mañana tenía urgencia de entrar a orinar, entré a una iglesia pero dijeron que el baño no abría aún, así que camine un kilómetro para entrar al de un parque.
Me encontraba indeciso sobre retornar a casa y conversar pacíficamente con mis padres o continuar con la esperanza de ver y retractarnos mejor con mi anhelada de espaldas, tal ver qué no me quedaba suficiente dinero para tomar un bus, fue en esos momentos que me acerqué a las personas en un paradero pero un par me dijeron que no tenía.
Salía un señor de unos cincuenta años de su casa, muy bonita y a la antigua, salía a trotar en buzo y al caminar hacia mi dirección, me acerco lentamente diciéndole buenos días, si tenía unos centavos que podría regalarme para hacer una llamada de urgencia, el señor me dijo que no traia dinero consigo ya que salía a hacer deporte, a lo cual yo ya estaba desanimado en sólo seguir caminando, pero, me lo volví a encontrar mientras caminaba por el parque.
Me dijo que lo espere a su regreso de ejercitar, así fue, entró a su casa, y a los cinco minutos sale ofreciéndome un gran pan con queso y jamón, una bebida de yogurt y 20 soles, me preguntó qué hacía, y le conté todo el rollo. Me entendió, y me deseó buena suerte.
El gesto lo sentí como algo divino… hasta hoy estoy muy agradecido de aquello, y mi relación con mi familia de hogar está tranquila de vuelta.